miércoles, 4 de marzo de 2009

Miguel Ángel Chinchilla: COMENTANDO LA PROPUESTA CULTURAL DE ARENA

COMENTANDO LA PROPUESTA CULTURAL DE ARENA
Miguel Ángel Chinchilla
Miembro de la Mesa de Desarrollo Cultural y del Foro de Intelectuales de El Salvador.

He leído lo correspondiente al componente cultural del programa presidencial de ARENA (2009 – 2014) “País más justo”, y me parece más de lo mismo, o quizá peor.

En los Antecedentes del documento, dice que El Salvador es considerado “un país abierto al mundo y a la diversidad cultural”. Debemos recordar aquí como remojo histórico, que en los primeros lances de dicha apertura a la fuerza, allá por el Siglo XVI, el capitán Pedro de Alvarado quedó renco para toda la vida, debido a un flechazo certero que le propinó dicen que el indio Atonal. Acerca de la diversidad cultural, queda la afirmación como si se tratase de un país cosmopolita, sin mencionar el racismo radical que siempre han practicado las clases hegemónicas, sobre todo contra los indios y los negros.

Dicen además que “El Salvador guarda un rico pasado de culturas indígenas”, es decir, lo indígena para ellos ya no existe excepto en el pasado de mentiras mitológicas, como es el caso del indio Atlacatl, y cuyos indicios más oportunos se encuentran en la arqueología, las danzas, las narraciones y las costumbres. Hablando de costumbres, no mencionan la costumbre adoptada por los indígenas de Izalco, Nahuizalco y poblaciones aledañas -digo- la costumbre de cambiarse sus nombres y apellidos naturales después de la masacre de 1932, por miedo a la represión.

En este mismo rubro de los Antecedentes, dicen que la religión católica ha desempeñado un papel importante en la cultura de El Salvador, aduciendo dicha importancia a la arquitectura de sus templos, mas no así por su contenido político, social e histórico; para tal efecto no guardan la menor importancia José Matías Delgado ni Oscar Arnulfo Romero. Los redactores de este componente cultural son claros en decir que los muros son fieles expositores del arte salvadoreño; habrá que preguntar si en esto de los muros se incluyen los grafitis que elaboran las maras, enmarcados en el concepto de Antonio Gramsci, cuando el italiano afirma que todos los hombres son intelectuales ya que no se puede separar el homo faber del homo sapiens.

Mencionan también que se han potenciado las Casas de la Cultura, las cuales “ofrecen una considerable cantidad de actividades artísticas y culturales durante todo el año”. Lo que no mencionan es la necesidad de una reingeniería profunda en esta red de establecimientos disque culturales, donde no existen computadoras ni bibliotecas decorosas.

En el numeral 2 los redactores abordan los Desafíos, donde se plantea la necesidad de definir hacia dónde se quiere llevar el nivel de creación y conocimiento del pueblo salvadoreño; lo que queda bien claro es que en todo este tiempo pasado, el poder hegemónico de la derecha no ha querido llevar dicho nivel más allá de los parámetros permitidos, prueba de ello es el vacío de la Historia en los programas de educación media y universitaria, es decir, un pueblo sin memoria está claro que no puede llegar muy lejos; la verdad es que a este pueblo no se le educa sino que se le entrena.

En los Objetivos afirman muy vagamente su pretensión de “brindar un mayor apoyo gubernamental para el fomento de la cultura a nivel nacional”, sin explicitar qué tipo de apoyo. Más adelante mencionan la necesidad de “fortalecer la articulación de la política cultural a la estrategia educativa” y patatín y patatán. Aquí el cuestionamiento es: ¿a cuál política cultural se refieren, si el país nunca la ha tenido?

También pretenden vincular la cultura y el turismo, en la aberrante pretensión de convertir el producto cultural en una mercancía con valor de suvenir, al mejor estilo de Midas, confundiendo identidad con turismo; no obstante son incapaces de plantear una cultura del medio ambiente y desarrollo ecologista, solamente hablan de la explotación turística y exportación del producto.

Hablan además de “lograr una sensibilidad hacia el arte y la cultura”, pero no mencionan que la reforma educativa de hace algunos años, eliminó la asignatura de Educación Estética en los programas oficiales del MINED.

Un punto de los Objetivos plantea: “Apoyar el arte y la cultura popular”, en parques y lugares públicos, en el concepto choteado de brindarle a la población “entretenimiento popular”, es decir, circo y circo pero sin pan.

En las Propuestas hablan de establecer “un espacio de diálogo permanente por la cultura (…) con el fin de definir la política cultural nacional y las reformas necesarias para cambiar el marco institucional”, a través del cual se administra el quehacer cultural. Este punto se contradice con uno de los objetivos anteriores donde se plantea la ya existencia de una política cultural, lo que a simple vista significa falta de coherencia.

Se insiste aquí en la posibilidad de fusionar cultura y turismo, y la necesidad de elevar la cultura a la categoría de bien público, en una especie de juego pleonástico, o como queriendo decir que la cultura es un hecho privado, lo cual demuestra que ellos se refieren obviamente a la cultura hegemónica versus la cultura subalterna. Esta aberración de elevar la cultura a la categoría de bien público, es como pretender elevar el agua a la categoría de mineral.

Más adelante se refiere a la posibilidad de una reforma educativa gradual, impartiendo en primer ciclo sólo clases de danza; en el segundo ciclo, sólo teatro; en tercer ciclo, sólo música; y en bachillerato, cine y literatura; transgrediendo de la manera más insulsa toda la pedagogía planteada por grandes educadores como Jean Piaget, Pierre Faure o María Montessori.

Hablan además de crear en la Universidad de El Salvador, la Facultad de Cultura y Artes, como una muestra clara de su ignorancia supina, ya que la UES cuenta desde hace bastantes años con una escuela para dichos menesteres, igual que cuenta con la carrera de Bibliotecología que ellos ignoran que también existe.

También pretenden incluir en el pensum de la carrera de Ciencias Jurídica, “la materia (sic) de Derecho Indígena”, (sería más apropiado decir asignatura), con lo cual demuestran su concepción racista de exclusión respecto a los grupos indígenas, los cuales no clasifican para ser protegidos por la Constitución ni los derechos humanos convencionales, sino que necesitan de nuevas leyes de Indias, como si no fueran humanos. Lo correcto en este caso sería plantearse la necesidad de un Instituto de Estudios Indígenas, más allá de las simples leguleyadas.

Pero lo más desternillante en este punto de las incongruencias comentadas, es la creación de tres circos escuelas, donde funcionarán los “bachilleratos circenses”, los cuales formarán profesionales del entretenimiento, porque el circo, afirman, “es la exportación de cultura local hacia el interior y desde el interior del país”, sobre todo tratándose de un país tan enorme como el nuestro. Seguramente dicho bachillerato circense servirá para la formación de los futuros diputados que quieran convertirse en profesionales del equilibrio político y en grandes malabaristas del cabildeo y la corrupción. No hablan en ningún momento de reactivar el CENAR, donde perfectamente cabría el circo como una rama del teatro. La verdad es que uno se muere dela risa, antes de que Chirajito comience a contar chistes a los marachitos que en dichas carpas se van a matricular.

Sugieren también la adjudicación de “becas de post-grado al exterior, para artistas, promesas o promotores culturales destacados”, las cuales supongo, serán asignadas entre los cientos de graduados en arte y cultura que año con año egresan de las docenas de academias artísticas que funcionan en el país, porque fíjense ustedes, dice becas de post-grado.

Respecto a la formación de artistas o promotores, Antonio Gramsci hablaba del “intelectual orgánico”, que no se limita a describir la vida social de acuerdo a reglas científicas, sino que expresa mediante el lenguaje de la cultura, las experiencias y el sentir que las masas no pueden articular por sí mismas; ello por supuesto dentro de un concepto de inclusión democrática que los redactores de este documento no son capaces de digerir, precisamente por la atrofia histórica a la que se encuentran sometidos.

En ningún momento hablan por ejemplo de promocionar la lectura, ni de crear políticas editoriales, ni de medios de comunicación, ni tampoco de deportes, ni de migrantes.

Lo más rescatable del documento quizá sería la propuesta de un espacio de diálogo permanente por la cultura, que coincide con lo expuesto antes por el Foro de Intelectuales de El Salvador y con la Mesa de Desarrollo Cultural, que proponen entre otras cosas: facilitar mecanismos y normativas para la gestión cultural, nacional e internacional, con una perspectiva de democracia participativa, brindando las herramientas necesarias para fortalecer el quehacer de las y los trabajadores del arte y la cultura, en función de la producción, difusión y distribución del hecho cultural.

Lo cierto es que los políticos del FMLN, tampoco tienen una visión muy clara respecto a qué hacer con el componente cultural, hoy día todavía no terminan de entender que la cultura es un eje transversal de primera importancia en el devenir de los pueblos, ojalá la fórmula presidencial (Mauricio-Salvador), retomara el tema como punto de campaña, porque como bien dice el escritor guatemalteco Mario Roberto Morales, “si ciertos gobernantes fueran un poco más cultos, el mundo tendría muchos menos problemas” ¡Abur!

San Salvador, 04 de febrero de 2009.

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo en lo de la farsa de la realidad "cosmopolita" de nuestro país...¿será porque los extranjeros, de preferencia del "Norte"(Europa y América)son recibidos con todos los honores al campo laboral y empresarial?
    Según entiendo una de las consignas de los fundadores de ARENA era asimilar el país a un EE.UU.AA. y actualmente se apuesta a concentrarlo todo (actividad cultural, digo) en los centros comerciales a lo gringo que "nos" han construido.

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